Software

Los desafíos del software libre

El Foro Latinoamericano de Software Libre, organizado por USUARIA, sirvió para analizar el presente y el futuro de esta corriente en oposición al software privativo. A lo largo del panel inicial, del que formaron parte representantes de las principales cámaras del sector, como así también invitados de Brasil y Uruguay, propuso un interesante debate en torno a los modelos que impulsa el software libre y cómo estos puedan impactar en las empresas.

El primero de los paneles del Foro Latinoamericano de Software Libre, organizado por USUARIA en el Sheraton de Buenos Aires, dio la oportunidad de analizar qué pasó con esta tendencia en la última década. Para Daniel Colletti, presidente de Cadesol Argentina (Cámara Argentina de Empresas de Software Libre), en estos diez años nacieron nuevos emprendimientos (desarrolladores, integradores de soluciones) que abrazaron el software libre desde el primer momento. Colletti asegura que el modelo de negocios de software libre no necesariamente supera los problemas del software privativo, pero evita algunos de ellos. Para el presidente de Cadesol, el software libre permite a estos emprendimientos concentrarse y dar valor sólo allí donde son buenos, para el resto pueden usar componentes que son desarrollados, actualizados y mantenidos por la comunidad o por universidades.

Este clima de colaboración también impacta en el prestigio de las empresas, y la consecuencia lógica de atraer negocios. Colletti citó el ejemplo de una micro-empresa tucumana de tan sólo cinco o seis personas, que estaba trabajando para el exterior. “Y su gran carta de presentación era haber hecho colaboraciones importantes en Ruby, que es un lenguaje de programación”, contó. Colletti observa que gran cantidad de empresas desarrolladoras de software utiliza software libre, aunque luego venda software privativo. Esta presunción luego será confirmada en las intervenciones de Corinto Meffe, hoy asesor de la presidencia del Servicio Federal de Procesamiento de Datos del Brasil – SERPRO, y del gurú Jon “maddog” Hall, director ejecutivo de Linux International. Y es que hoy resulta poco eficiente tener que ocuparse de todos los componentes de la solución (backend, sistema operativo, base de datos, etc.), cuando el verdadero valor diferencial de un proveedor proviene sólo de lo que se puede aportar en un componente o proceso en particular. “Yo creo que trabajar con software libre aminora el riesgo de fracasar en un proyecto”.

Para José María Louzao Andrade, presidente de la Cámara de Empresas de Software y Servicios Informáticos de la Argentina (CESSI), el Software es el sector menos monopólico de producción en la Argentina: el universo de empresas es de unas 4000, de las cuales 3000 tienen menos de diez personas. “Es un sector cuyo gran desafío es ver cómo articula un desarrollo sostenible y autónomo de la economía y un desarrollo social”. La industria del Software en 2003 facturaba US$ 600 millones, hoy factura US$ 3.300 millones. Las exportaciones eran de US$ 160 millones y el año pasado alcanzó los US$ 1.000 millones. En este contexto, Louzao Andrade reconoció que más del 40% de los recursos que trabajan en las empresas trabajan con software libre, cuando hace diez años no llegaba a dos dígitos.

Louzao Andrade privilegia la agenda social sobre la agenda digital, y en la cristalización de esa agenda social “el código abierto tiene un papel preponderante. La agenda social tiene que ser el instrumento donde el código abierto confluya en una unidad de criterio entre los diferentes países que tenemos las mismas problemáticas”, dice Louzao Andrade en referencia a los países de la región. Para el presidente de la CESSI debe haber además un plus: construir funcionalidad. “Si no lo hacemos nosotros, lo harán los países centrales”. Esta funcionalidad (una interpretación de esto sería inteligencia puesta en acción) es la que permite caracterizar un determinado tipo de país, y lo que luego se puede traducir en propiedad intelectual.

Experiencias del sector público
Javier Barreiro, coordinador de Proyectos Especiales del Área de Tecnología de la Agencia para el Desarrollo del Gobierno de Gestión Electrónica y la Sociedad de la Información y del Conocimiento (AGESIC) Uruguay, fue el encargado de comentar la experiencia de software libre y público en ese país. En la reglamentación al respecto, aprobada a fines del año pasado por el parlamento uruguayo, se estableció en el artículo 1 que para distribuir y recibir información se debía usar al menos un formato abierto, estándar y libre. El artículo 2 establece la preferencia por las licencias de software libre en las contrataciones (en caso de contratar software privativo, se deberá fundamentar la decisión debidamente), y el Estado, al distribuir software contratado o desarrollado, lo deberá distribuir como software libre. Finalmente, el artículo 3 sugiere al sistema operativo la promoción de este tipo de software.

Barreiro citó algunos despliegues que ya están funcionando en Uruguay, como el de la Intendencia de Montevideo, el Municipio de Maldonado, la Intendencia de Canelones y el Ministerio de Relaciones Exteriores. En este último caso, por ejemplo, se realizan adquisiciones, desarrollos y distribuciones de sistemas bajo licencias libres, y el almacenamiento y la publicación de información se da en formatos abiertos. La experiencia más reciente es la de publicación de un catálogo de software (http://softwarepublico.gub.uy/) de interés para el estado y la sociedad uruguaya. Dicho software puede ser utilizado, compartido, modificado y distribuido libremente. Este catálogo permite optimizar recursos, compartir el conocimiento y generar sinergias. Hoy en día el catálogo cuenta con diez aplicaciones que incluyen aplicaciones de firma digital y agenda electrónica, entre otras, con más de 50 usuarios registrados. El plan es abrir el catálogo este año a la sociedad civil. Para Barreiro, el desafío es generar comunidad en torno a cada una de las aplicaciones.

Corinto Meffe, en su decimoquinta visita al país, dedicó su presentación a reflexionar sobre el presente, el pasado y el futuro del software libre. En referencia al primero de estos tiempos, comentó: “En Brasil convivíamos con mitos: que no hay capacitación, que no hay documentación, que no hay regulación, que no hay licencias…” El Gobierno del Brasil debió encarar en el pasado acciones concretas para derribar los mitos que había sobre el software libre (capacitaciones especiales para empleados públicos, observación de estándares, licencias, etc.). Meffe admite que hoy también hay mitos sobre el software libre, si bien han cambiado. “Demoramos mucho para implementar eso, es una lástima”.

En Brasil, el portal de software público ya tiene siete años y debió superar pruebas bastante duras antes de funcionar fluidamente y ser aceptado. No bastó con hablar sólo de código. Involucró definiciones delicadas en cuestiones como estándares abiertos, propiedad intelectual, licencias y formación de comunidades, todo ello de manera conjunta. Superada esta etapa, hoy el portal cuenta con alrededor de 200.000 usuarios y cerca de 80 herramientas.

Meffe propone tomar la iniciativa en materia del software libre (que no equivale a software gratuito). “¿Vamos a dejar que los países centrales nos digan cómo trabajar con software libre?”, preguntó. La definición de un modelo sustentable de software libre implica encontrar una Economía de los Bienes Intangibles, donde lo que se genere permita crear oportunidades para todos. “En Brasil, esto ya pasó con muchas de las soluciones que desarrollamos”, dijo. Un ejemplo de esto es la herramienta e-cidade (un software de gestión municipal, que funciona bajo un modelo de licenciamiento abierto). Esta aplicación era usada en grandes ciudades, pero también en una alcaldía con tan sólo 4.000 habitantes, en cuya administración tan sólo había un contador y un programador básico. Estudiando la documentación, estas dos personas implementaron la herramienta sin ayuda, y se convirtieron en expertos. “Hoy en día, el contador se convirtió en consultor nacional. Y el programador es el que más contratos recibe en relación con la herramienta, y —lo más importante— trabaja desde su ciudad”, acota Meffe.

“Lógicamente, la soberanía y la independencia son importantes, pero tenemos que lograr un cambio en el modelo económico, un cambio en la sociedad. Y ya no decir que el software libre es bueno porque es gratuito, porque ése no es el camino correcto. Es bueno porque es libre”, resume Meffe.

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