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RoboCake: el pastel que parpadea, baila y luego te lo comes

Científicos europeos crearon RoboCake, un pastel robótico completamente comestible que incluye luces LED, ositos animados y baterías de chocolate. La innovación combina robótica y gastronomía con fines sostenibles, médicos y sensoriales. El futuro ahora también se saborea.

¿Y si el próximo invento revolucionario no estuviera en un laboratorio, sino en un plato? Así es RoboCake, un pastel interactivo que no solo se ilumina y se mueve, sino que también es 100 % comestible. Este asombroso postre es el resultado del proyecto europeo RoboFood, y fue presentado al mundo en la Expo Osaka 2025 con una premisa que combina lo mejor de la ciencia, la sostenibilidad y la gastronomía.

La unión de tres mundos: ciencia, tecnología y cocina

RoboCake nació de una alianza entre tres instituciones que, a primera vista, poco tienen en común: la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL), el Istituto Italiano di Tecnologia (IIT) y la École hôtelière de Lausanne (EHL). Sin embargo, la sinergia entre ingenieros, químicos y chefs permitió lograr algo inédito: un pastel compuesto por ositos robóticos, baterías recargables de chocolate y luces LED, todo absolutamente ingerible.

“Robótica y alimentación son dos mundos distintos; sin embargo, fusionarlos ofrece ventajas, especialmente para limitar el e-waste y el desperdicio de alimentos”, explicó Dario Floreano, director del Laboratorio de Sistemas Inteligentes (LIS) de la EPFL.

RoboCake, el pastel robótico comestible, fue presentado en el Pabellón Suizo de la Expo Osaka 2025 como símbolo de innovación tecnológica y sostenibilidad.
RoboCake, el pastel robótico comestible, fue presentado en el Pabellón Suizo de la Expo Osaka 2025 como símbolo de innovación tecnológica y sostenibilidad.

Un pastel tecnológico: ingredientes que sorprenden

Lo que hace especial a RoboCake no es solo su sabor, sino su composición. En el centro de la torta se encuentran ositos robóticos comestibles, fabricados con gelatina, jarabe de azúcar y colorantes. Estos pequeños protagonistas se mueven gracias a un sistema neumático que les permite agitar brazos y cabezas, lo cual genera una experiencia sensorial inusual para los comensales.

Junto a ellos, hay baterías de chocolate diseñadas por el IIT. Están hechas con vitamina B2, quercetina, carbón activado y chocolate negro. Sí, además de energizar pequeñas velas LED comestibles, también se pueden morder. “El primer sabor es chocolate negro, seguido de un toque picante fugaz por el electrolito comestible”, detalló Valerio Galli, investigador en el IIT.

El equipo de la EHL, por su parte, se encargó de que todo no solo fuera seguro para el consumo, sino también delicioso. Julien Boutonnet, chef y docente de la escuela, lo resumió así: “Nos enfrentamos al reto de fusionar nuestras innovaciones con el placer gastronómico”.

En el interior del pastel, los elementos tecnológicos como baterías de chocolate y luces LED son completamente ingeribles.
En el interior del pastel RoboCake, los elementos tecnológicos como baterías de chocolate y luces LED son completamente ingeribles.

Comer tecnología: ¿cómo reacciona el cerebro?

Una de las preguntas que más intrigan a los investigadores es cómo responde el ser humano al acto de ingerir algo que se mueve. Un estudio reciente, publicado en PLOS ONE, demostró que los comensales perciben de manera distinta una gelatina robótica en movimiento que una estática.

Según Yoshihiro Nakata, autor principal del estudio, “los participantes percibieron diferente al robot en movimiento que al estacionario, lo que abre la puerta a la interacción humano-robot comestible”.

Este fenómeno, conocido como Human-Edible Robot Interaction (HERI), busca explorar nuevas dinámicas entre tecnología y percepción sensorial. No es un terreno completamente nuevo: en Japón existe el odorigui, una práctica en la que se comen mariscos aún vivos. Pero ahora, con componentes diseñados científicamente, la experiencia entra en otra dimensión.

¿Para qué sirve un robot que se come?

Más allá del impacto mediático, RoboCake y el proyecto RoboFood tienen metas mucho más ambiciosas. Una de las principales es reducir el desperdicio electrónico, que actualmente supera las 40 millones de toneladas anuales. Al usar materiales comestibles, los investigadores abren la puerta a una nueva generación de tecnología biodegradable y segura.

Equipos de EPFL, IIT y EHL colaboraron en el desarrollo de RoboCake, combinando ciencia, tecnología y arte culinario.
Equipos de EPFL, IIT y EHL colaboraron en el desarrollo de RoboCake, combinando ciencia, tecnología y arte culinario.

Las posibles aplicaciones son tan sorprendentes como útiles. En contextos de emergencia, se podrían enviar robots comestibles a zonas aisladas para entregar alimentos o medicamentos. En el ámbito de la salud, se estudian sensores digestibles que puedan diagnosticar enfermedades o administrar tratamientos desde el interior del cuerpo. Y en gastronomía, estos desarrollos prometen revolucionar la experiencia en restaurantes, banquetes y eventos especiales.

Un postre con visión de futuro

Lejos de ser una curiosidad pasajera, RoboCake representa un paso hacia lo que podría ser la tecnología alimentaria del mañana. En el horizonte se vislumbran etiquetas comestibles que informen el estado de frescura de los alimentos, cápsulas robóticas que liberen medicamentos en puntos precisos del sistema digestivo, e incluso postres inteligentes que cambien su forma o sabor en función del entorno.

“Este proyecto abre nuevas posibilidades en sostenibilidad, salud y experiencia sensorial”, afirmaron desde el equipo de EPFL, dejando claro que estamos ante el nacimiento de una nueva categoría tecnológica: la robótica comestible.

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